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SOCIEDAD

17 de junio: aniversario de la muerte de Martín Miguel de Güemes – Héroe nacional

El 17 de junio de 1821, Güemes entró en la inmortalidad que conlleva la propia inexistencia de la muerte.

Guemes

Por R. Federico Mena-Martínez Castro

Esta fecha es memorable para la ciudadanía del país y especialmente para Salta, que es su lugar de nacimiento y epicentro de sus más notables éxitos en las guerras de la independencia.

Martín Miguel de Güemes nació en esta ciudad un 8 de febrero de 1785 recibiendo una delicada educación primaria, que luego completara en la ciudad de Buenos Aires. Continuó sus estudios en el Colegio de San Carlos, pero sus continuos viajes especialmente a Lima y Buenos Aires le permitieron tener una visión más acabada de su país.

La carrera de las armas acaparó desde niño su atención al punto que a los 14 años ya estaba inserto en el destacamento que se encontraba en su provincia.

Los acontecimientos de los años 1806 y 1807, cuando los ingleses en sus afanes de conquista para establecer colonias de ultramar llegaron a las costas de Quilmes, nuestro héroe combatió como un valiente en la defensa de su patria.

Mucho es lo que se escribió acerca de él y de su epopeya, pero en una apretada síntesis no podemos dejar de comentar que, en el año 1810 adhirió de inmediato a la Revolución que pretendía desembarazarse del yugo español, para incorporarse al ejército que partía hacia el alto Perú en el mes de julio del mismo año.

Ya con el grado de capitán contribuyó al triunfo de las armas de la patria el 7 de noviembre de 1810. Este triunfo continuó con el desastre de Huaqui y luego Belgrano como jefe del Ejército del Norte procede a retirarse hasta Tucumán donde a pedido del pueblo tucumano decide enfrentar al enemigo, contradiciendo las órdenes de su gobierno. Este triunfo aunado al de Salta y con la conducción de Güemes contribuyó a consolidar la frontera norte del país. Fue fundamental la guerra de guerrillas conducidas por nuestro general al mando de sus gauchos y de su guardia de Los Infernales. Sobrevendrían luego las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma –octubre y noviembre de 1813-

Belgrano es reemplazado por San Martín, pero el nuevo jefe al ver que la guerra no podría ganarse por el norte solicitó licencia para preparar un ejército muy disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y luego por mar hasta las costas del Perú, donde se concentraba el grueso del ejército enemigo.

Esta estrategia pudo realizarse debido a que el general Güemes se constituyó el eficiente y leal servidor de la patria al contener los avances españoles que pudieron ocupar por breves períodos nuestras provincias del norte. Finalmente, el héroe gaucho fue nombrado gobernador intendente, pudiendo desde este sitio de poder ahondar el hostigamiento al enemigo con su célebre guerra de guerrillas conocida como “La guerra gaucha” por la cual los españoles fueron contenidos en el límite establecido durante cinco años.

Fue alcanzado por las balas enemigas en la última de las nueve invasiones que frustrara, falleciendo un 17 de junio de 1821.

Al juzgar su táctica guerrera el historiador Vicente Fidel López esto decía: “Si exceptuamos la famosa campaña de San Martín sobre Chile … no hay en las guerras de nuestra revolución ninguna otra que, como la de Güemes en Salta, ofrezca un modelo más acabado de regularidad en el plan y en los resultados”.

Muerte de Güemes

Así cuenta esta circunstancia  su lugarteniente, Jorge Enrique Vidt: “Nosotros estábamos acampados a una legua, más o menos, de Salta, organizando las fuerzas de la provincia para marchar al encuentro del enemigo, cuando el general Güemes tuvo la fatal idea de ir, durante la noche, escoltado por algunos hombres de caballería, a la ciudad, a objeto de tomar allí, personalmente, algunas disposiciones: había echado pie a tierra cuando –a media noche– la infantería española, desembocando por una quebrada, entró a Salta, cubriendo inmediatamente todas las salidas y no dando tiempo al general Güemes sino a montar a caballo para atravesar dos pelotones de infantería que ocupaban las bocacalles; pasó por sobre el cuerpo de infantes, pero recibió un balazo.”

Luego herido el prócer, fue llevado con unción por sus gauchos hasta la Cañada de la Horqueta, donde luego de diez días de agonía, falleció un día como hoy no sin antes ordenar a su segundo jefe el coronel Vidt, diciéndole: 

“Coronel Vidt, tome usted el mando de las tropas y marche inmediatamente a poner sitio a la ciudad y no me descanse hasta no arrojar fuera de la Patria al enemigo!”

El jefe español hasta último momento intentó sobornarlo ofreciéndole médicos y medicamentos para su restablecimiento.

  “Miró al oficial español que le traía la nota de Olañeta y le dijo: “Señor oficial, está usted despachado”. Era el 21 de junio del año 1821.

Juana Manuela Gorriti decía acerca de este nefasto acontecimiento:

 “Todavía recuerdo el magnífico espectáculo de aquel cortejo fúnebre que vi atravesar las calles de Salta, conducido por mi padre y por Vidt, que vestidos de luto y la cabeza descubierta, llevaban con una mano las cintas de un ataúd, y con la otra a dos niños, Martín y Luis Güemes, que acompañaban llorando el féretro de su padre […]. Después del fúnebre grupo venía una inmensa muchedumbre, pueblos enteros, que de largas distancias habían venido para tributar al grande hombre su ofrenda de lágrimas y plegarias.”

En contraposición a esta desgracia nacional, la Gaceta de Buenos Aires informaba a sus lectores:

 “Murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos. ¡Ya tenemos un cacique menos!” 

El coronel Vidt cumplió su promesa, ya que a los diez días de su muerte pudo recuperar la ciudad de Salta de manos de los realistas y expulsarlos del Norte argentino.

Güemes no ha muerto, pues las raíces de ese árbol glorioso han penetrado muy hondo en el sentimiento de la nación argentina, y esa savia inextinguible refresca por siempre el cariño infinito del pueblo salteño, habiendo necesitado doscientos años para que Buenos Aires reconozca todas las conjunciones de su fuerza y virtudes nativas.

El 17 de junio de 1821, Güemes entró en la inmortalidad que conlleva la propia inexistencia de la muerte.