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Fuerte crítica de un obispo conservador kazajo al papa Francisco

El obispo Athanasius Schneider es un católico conservador que a menudo ha criticado al Papa progresista en una serie de cuestiones.

Papa Francisco

Este jueves concluye el viaje del papa Francisco a Kazajistán, mientras uno de sus críticos más directos cuestionaba de forma abierta el valor de los megaencuentros religiosos como al que asistió el pontífice, calificándolos de «supermercado de religiones» que disminuyen el estatus de la Iglesia católica.

En la última jornada de su visita de tres días, Francisco presidió una reunión de obispos, sacerdotes y monjas en la catedral de la capital kazaja. Al encuentro asistió el obispo local Athanasius Schneider, un conservador que a menudo ha criticado al Papa progresista en una serie de cuestiones.

El motivo principal de la visita del pontífice era dirigirse al VII Congreso de Líderes de las Religiones Mundiales y Tradicionales, un encuentro que reúne a cristianos, judíos, musulmanes, budistas, hindúes y muchas otras confesiones, en su mayoría menores.

Aunque elogió la capacidad del congreso para «promover el respeto mutuo en el mundo», Schneider, de 61 años, dijo que creía que corría el «peligro» de poner al catolicismo en el mismo plano que otras religiones. «Podría dar la impresión de un supermercado de religiones, y eso no es correcto, porque solo hay una religión verdadera, que es la Iglesia católica fundada por Dios mismo», expresó Schneider.

Los conservadores como Schneider han criticado algunos aspectos del Concilio Vaticano II, celebrado de 1962 a 1965, que instó al diálogo con otras religiones. También dicen que los católicos deberían hacer un proselitismo activo para convertir a otros al catolicismo. También se oponen a la insistencia de Francisco en que los potenciales conversos deben ser atraídos a la fe por nada más que el ejemplo de los cristianos, informó Reuters.

Una fuerte postura conservadora

Schneider es conocido a nivel internacional por sus frecuentes apariciones en los medios católicos conservadores. También manifestó que el Vaticano debería replantearse su presencia en este tipo de congresos. «Es mejor dejar el diálogo a nivel local», expresó.

Además, defendió su derecho a criticar al Papa en público, calificándolo como un deber fraternal que es útil para toda la Iglesia, que tiene de 1.300 millones de miembros. «No somos empleados del Papa, de los obispos, somos hermanos. Cuando en conciencia siento que algo no es correcto o ambiguo tengo que decírselo, con respeto, fraternalmente», aseveró Schneider.

Según afirmó, los obispos que no están de acuerdo con el Papa tienen que ser francos y no deben dejarse atrapar por «adulaciones e incienso» o «comportarse como un empleado con un jefe». En su discurso de clausura del congreso, Francisco dijo que la actual situación internacional, ya convulsionada por la pandemia del coronavirus, se había visto «agravada por la absoluta locura de la guerra».