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ESPECTÁCULO

Alfredo Leuco homenajeó a una figura relevante para Córdoba: «Me llenó de orgullo»

El conductor habló de un referente para todas las personas de la zona que son creyentes.

Alfredo Leuco

Alfredo Leuco retomó sus labores en Radio Mitre hace pocas semanas y trató diversos temas en sus editoriales. En su descargo más reciente en vivo, el comunicador esgrimió un homenaje particular y completo sobre San Brochero, mejor conocido como el «Cura Brochero», sobre todo en Córdoba y lugares aledaños a la provincia argentina.

En una oportunidad, Santiago Olivera, el actual obispo castrense, que trabajó tan cerca con un adalid de la democracia y los derechos humanos como monseñor Justo Laguna, me pidió mi columna sobre Brochero para publicar en la revista del Centro de Estudios Brocherianos. Lo tomé como una distinción que me llenó de orgullo. Muchas veces les conté que no soy una persona creyente. Que admiro profundamente a los que tienen fe y a los que canalizan esa fe en la construcción de una sociedad más igualitaria, como Brochero, el santo celeste y blanco. Si me apuran me defino como agnóstico, es decir que no puedo probar la existencia de Dios, pero tampoco lo contrario», empezó diciendo el conductor.

Y explicó: «Para los cordobeses, el cura Brochero siempre fue un orgullo, sin distinción de camisetas religiosas. Aun los que no somos creyentes valoramos ese ejemplo de entrega hacia los demás aún en el lecho de muerte. Porque de tanto compartir el mate y la vida con los enfermos se contagió la lepra que para aquella época era el nombre del horror. Se quedó ciego, sordo, absolutamente pobre. Dicen los historiadores que como buen hombre de campo, experto en las tareas agrícolas, puteador y corajudo, se despidió de la vida con un rosario en sus manos y diciendo: “Ahora tengo puestos los aparejos, estoy listo para el viaje”.

«El cura Brochero es una bandera de los mejor de los argentinos. De los que tienen o no tiene fe. De los creyentes o de los agnósticos. Porque además de la palabra de Dios, llevó a esos lugares hostiles, en el 1.800, el progreso social. Ese parece ser, su verdadero milagro. Gracias a su fe y a su empuje y valentía se construyeron colegios, 200 kilómetros de caminos, un dique, varios pueblos, un ramal del ferrocarril, la estafeta postal con el telégrafo y hasta un acueducto para conectar el río Panaholma con las acequias. Eso rompió tanta discriminación y aislamiento de esos campesinos que estaban tan cerca de Dios y tan lejos de las autoridades», añadió después.

Finalmente, expuso una suerte de conclusión para finalizar: «El cura Brochero era un pastor con olor a oveja. Decía que la vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos. Hace seis años que se convirtió en santo aunque entre los más pobres de Córdoba, hace rato que Brochero está en el altar de los grandes y en las estampitas de la esperanza. He visto ponchos que dicen: “Brochero: apóstol de la caridad”. Me apasiona el debate por un futuro mejor. Hoy sería el cumpleaños del santo. Sigo sin ser creyente, pero creo que con personas como Brochero, el mundo tiene cura».